lunes, 10 de enero de 2011

En un lugar de las Encartaciones de cuyo nombre no qiero acordarme...

Hay quien opina que vivir en plena ciudad es una locura, que todo el mundo va corriendo a todos lados, el ruido de los vehículos llega a ser insoportable, hay colas en todas partes,… Pero también hay gente a la que no le importaría lo más mínimo aguantar todo eso a diario con tal de estar mejor comunicado.

Por mucho que los medios de transporte hayan evolucionado rápidamente en los últimos 15 años, sobre todo con la creación del metro, sigue habiendo lugares en los que los medios de trans­porte son incluso más escasos que antes. Gente que en su pueblo no tiene más que un pequeño es­tanco, que hace las veces de mini-supermercado, en el que se pueden encontrar los alimentos y utensilios básicos del día a día, tales como el pan, la leche, latas de conservas, y productos de lim­pieza, tienen que utilizar su propio vehículo, en caso de tener, para poder ir a hacer compras a los centros comerciales. Esto se debe a que por sus pueblos apenas pasan autobuses, o a que ni siquiera haya estación de tren.

Para ir de las Encartaciones a la Margen Izquierda a hacer comprasen un autobús, puesto que no hay trenes, los vecinos de esas localidades tienen que coger un bus que pasa cada dos horas, y que hace el recorrido Galdames- Portugalete, o bien coger un autobús hasta Muskiz, y ya allí coger un autobús diferente, o coger el tren. Si al tiempo de espera al que nos exponemos en caso de perder un autobús, le sumamos el peso y el volumen de las compras realizadas, es bastante comprensible que la gente utilice sus vehículos propios para ir a la ciudad, en vez de los medios de transporte.

Cuando se les pregunta a los vecinos de pueblos en los que los medios de transporte públicos son escasos, sobre cómo les afecta a ellos, las respuesta que recibimos son muy semejantes. Pilar Castelo, 68 años, es vecina de Galdames y asegura que ella no tiene forma de ir a hacer las compras, por lo cual tiene que pedirle a su hija que bien vaya a buscarla para ir las dos juntas de compras, o sino tiene que encargarle a su hija lo que necesita y que ella se lo lleve a casa.

Pero los problemas que causa la falta de medios de transporte, pasa también al ámbito sanitario. Si se buscan líneas de Bizkaibus, que pasen por las Encartaciones y que tenga alguna parada cerca de un hospital, nos damos cuenta de que por muy pocos de esos municipios pasan autobuses que lleguen hasta algún hospital. “Para ir a visitar a familiares y amigos al hospital es una locura, -comentó Mónica Ullate de 30 años y vecina de Sopuerta- cuando mi abuela estuvo ingresada en Santa Marina teníamos que andar cogiendo un autobús hasta Muskiz, de Muskiz hasta Bilbao, y luego allí nos montábamos en otro que iba hacia el hospital”.

La gente se ha planteado más de una vez cuales pueden ser los motivos para que los medios de transporte públicos sean tan escasos en algunos pueblos, y sin embargo en otros municipios haya, incluso, demasiados. Quizás uno de los motivos, que como hay escasez de medios de trans­porte, la gente tiende a utilizar sus vehículos, por miedo a no tener ninguna manera de volver a casa o de tener que esperar demasiado para poder coger el transporte público. Pero como la gente emplea sus vehículos particulares, no hay demanda de más transporte para las zonas con escaso transporte público, y no se crean más líneas ni se reduce el tiempo de espera.

Vecinos de gran parte de las Encartaciones se quejan de que en las ciudades hay quien cree que son todos baserritarras, sin muchos estudios y con poca idea de lo que es vivir en sociedad. Una joven vecina de Galdames, Irati de la Hoz (18 años), está bastante molesta con ese asunto: “Cuando digo que vivo en Galdames la gente me mira extraño, hay gente que no cree que una per­sona de allí pueda llegar a la Universidad”. También dijo que esto se debe a que la gente no suele salir de la ciudad para ir a visitar los pueblos de los alrededores. “Si le preguntas a la gente por Gal­dames, muchos no saben ubicarlo en un mapa, y después de dar algunas señas te dicen sin ningún tipo de reparo que ellos pensaban que allí solo había unas campas con un lago”.

Seguramente la mejor manera de evitar comentarios como el que oyen los vecinos de estos pueblos sea fomentar el turismo en las Encartaciones, conseguir que la gente visite las Encartacio­nes más a menudo, para que así descubran de una vez por todas que los habitantes de estos pueblos, no son todos baserritarras, y que son perfectamente capaces de vivir en sociedad. Habría que em­pezar a comprender también que porque alguno de esos vecinos no sea culto, no tenemos que tachar al resto de incultos. En las ciudades también vive gente más culta que otros, más inteligentes o con mejor estatus social, pero no por conocer a un rico pensamos que en esa ciudad todos son ricos, ni que por saber que alguien es superdotado, todos los que viven allí van a serlo.

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